Se llama Rocky. Es un perro de raza Lulú de Pomerania que, como en una película de Walt Disney con final feliz, ha recuperado a su familia después de que lo dieran por desaparecido desde hace dos años. Sus dueños le perdieron la pista en Benidorm el pasado verano y la mascota ha aparecido 12 meses después a 500 kilómetros de distancia: en Sant Joan Despí.
El perro ha podido vivir en casa de otras personas
El personal de la Societat Protectora de Mataró ha sido quien se ha encargado de indagar el origen de esta mascota, que, como indican desde esta entidad, «ha sido protagonista de una historia increíble y conmomedora». Pero, además, este caso ha destapado el deficiente sistema actual para poder indentificar a los animales de compañía perdidos y que son encontrados lejos de su casa.
En este año, «el perro ha podido vivir en casa de otras personas. Si durante una visita el veterinario hubiera pedido la documentación del perro, se hubiera descubierto la situación», dijo la presidenta de la Societat Protectora de Mataró, Sílvia Serra.
Esta entidad denuncia que se ha puesto en evidencia que «los veterinarios no exigen un certificado conforme a que el animal que atienden pertenece a las personas que lo llevan a la clínica». Además, «la Administración central aún no tiene una base de datos de chips común para toda España». Esto «dificulta mucho descubrir el origen del animal perdido fuera de su demarcación, y en la mayoría de casos no vuelven a su hogar».
Si durante una visita el veterinario hubiera pedido la documentación del perro, se hubiera descubierto la situación
La historia de Rocky ha sido diferente, porque ha acabado bien. El servicio de recogida de animales abandonados lo localizó perdido por las calles de Sant Joan Despí, lo capturó y lo llevó al centro de acogida de Mataró.
Los veterinarios vieron que llevaba un chip, pero no obtuvieron ningún resultado de su origen al cotejar los datos con el Arxiu Identificatiu d´Animals de Companyia. Comenzó entonces una investigación por las comunidades autónomas. Finalmente, localizaron a su familia en Benidorm. Su propietaria, Ana María Martí, «aún no se lo cree», afirman desde la protectora.
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