Si bien es cierto que durante la etapa de cachorro el perro no tiene costumbres ya fijadas o interiorizadas, si no que con paciencia, tiempo y esfuerzo se le van enseñando conductas nuevas, se le va encaminando hacia conductas «ideales» de convivencia, también es cierto que al cachorro le cuesta más concentrarse en la tarea que queremos que aprenda. Su cerebro va a mil: explora, investiga, descubre… No para, y las ganas de jugar, correr y de quemar esa energía desbordante hace que el aprendizaje sea algo más lento de lo que desearíamos, pero evidentemente, se consigue.
Un perro adulto, e incluso un perro anciano, puede reeducarse con mayor facilidad, porque no tiene esa energía desbordante del cachorro. Le cuesta menos centrarse, concentrarse y atender a nuestras enseñanzas, por tanto, hay que desprenderse ya de la idea de que el perro adulto o anciano no puede aprender o le va a costar más. Sencillamente es una mala excusa del propietario.
Así que si quieres reeducar a un perro adulto o viejo, puedes empezar cuando quieras. Aplica las mismas enseñanzas que aplicarías a un cachorro: para clases de obediencia básica en casa (siéntate, túmbate, dame la pata, párate, ven aquí, etc.) sesiones diarias de menos de 5 minutos en espacios tranquilos donde el perro no pueda despistarte, utilizando como refuerzo la recompensa (comida, elogios y/o caricias) y para reforzar o regañar conductas cotidianas (ladrar, demandar comida, entrar en zonas prohibidas, etc.) hacerlo en el mismo momento en que se produce la acción, nunca después porque el perro no asociará el estímulo = respuesta.
En este blog encontrarás numerosos tips y pautas educativas para lograr educar a un perro de forma fácil y sin castigos. Y de forma más rápida y paso a paso con manuales de educación canina.