Seamos sinceros: todos los que hemos tenido perros tenemos anécdotas para contar. ¿Sí o no? Lo que no nos ha pasado por la cabeza es hacer lo que han hecho los propietarios de estos perros: Exponer sus fechorías en público.
No sé si nos causa más gracia la fechoría o la cara del perro… ¡Nos encantan y se lo perdonamos todo!
Me orino en la cabeza de mi hermano… ¡y a mí no me importa!
Solo me como los zapatos izquierdos.
Me comí crayones de colores y ahora cago arco iris.
Me senté sobre mi hermano y lo rompí.
Me oriné en el ventilador en marcha.
Me comí todos los colores y cagué Arco iris… y yo me comí su Arco Iris.
Lamo sus partes cada mañana… y yo nunca le devuelvo el favor.
Me llamo Biscuit y me comí un tubo de vaselina. Ahora llevo pañal porque restriego vaselina por todo con mi culo.
Me encerré en al baño para comerme unos pañales y luego salí solito.
Cuando duermo con mis padres me da por morder bultos. Unas veces es una mano, otras es un testículo.
¿Y tu perro? ¿Se ha merecido alguna vez posar con algún cartelito tras una travesura?
