Desoladora fue la imagen que encontró Alan Webster, un voluntario rescatador animal de South Yorkshire, en Reino Unido, detrás de unos arbustos en un descampado: una perra, rodeada de todas sus cosas sobre una manta mojada con una carta que explicaba el motivo del abandono: «No necesito un perro«.
Tessa estaba temblando. Sentada sobre una manta mojada con el frío y la humedad que hacía, yacía junto a unos cuencos con agua y comida, y bolsas con comida y una carta en la que se podía leer:
«El perro (Tessa) tiene 12 años. (Tessa) no es mi perro. Mi vecino me dijo que Tessa tenía chip y me preguntó si querría cuidar de Tessa. Como mi vecino iba a empezar una nueva vida en Canadá dije que sí, pero yo no sabía que no podía cuidar de Tessa.
A Tessa le gusta el café aguado con leche, desayuna sobre las 11.30.
Mi vecino está ahora en Canadá y es feliz pensando que Tessa está en buenas manos.
Lo siento, pero no necesito un perro.»
Se nos rompe el corazón al ver los ojos de Tessa. N si quiera saben cuánto tiempo llevaba allí. ¿Desde la noche anterior? ¿Quizás más de un día? ¿Qué sentiría al encontrarse con todas sus cosas sola y sobre una manta mojada?
Alan Webster enseguida publicó el caso en las redes sociales, motivo que originó que se expandiera su caso por todo el mundo y que cientos de personas se pusieran en contacto con Alan para poder adoptarla así como para dar donaciones al centro de rescate que tan magnífica labor hacen.
Tras el examen veterinario, Tessa ha pasado a manos de un centro de adopción animal a la espera de encontrar una familia que sí sepa quererla y pueda ofrecerle los mejores momentos en los últimos años que le queda de vida.
#Adoptanocompres
