Como si de un cuento de hadas se tratara pero real. Y es que Luke, a sus 3 años, ya ha tenido que sufrir el sentimiento de tristeza profunda por la pérdida de su perro Moe, un beagle al que echaba tremendamente de menos.
Era tal la tristeza, que la madre decidió que escribieran juntos una carta a Moe para decirle todo lo que sentía: lo triste que estaba, lo que le echaba de menos, lo diferente que era la vida sin él… Así que, con todo el amor y la pena del mundo, Luke dictó a su madre una preciosa carta, la pusieron en un sobre y la echaron en el buzón.
Evidentemente, la madre quería que su hijo desahogara sus penas en esa carta, liberándolo de la angustia que se sufre ante la pérdida de un ser tan querido, y así a última hora del día volver a coger la carta para que el cartero no se la llevara.
Sin embargo, se olvidó de sacar la carta, hasta tal punto, que se sorprendió que días después… ¡Moe hubiera contestado!
¿Te puedes imaginar la alegría de Luke al recibir una carta de su perro Moe?
En el remite se leía: «Cielo de los perritos, nube 1». Y en su interior se podía leer: «Estoy en el cielo de los perritos. Juego todo el día. Estoy feliz. Gracias por ser mi amigo. Te quiero mucho»
La madre estaba tan sorprendida de este hecho que decidió investigar quién estaba detrás de esas bonitas palabras, y llegó a averiguar que la culpable fue una empleada de correos, que emocionada por la carta pensó en que podría hacer feliz a Luke si contestaba la carta.
Con estos pequeños hechos, hay esperanza en la bondad de las personas, y cómo una simple carta puede cambiar el estado de ánimo de un niño. Y es que para Luke, el cielo de los perros existe.
