primeros auxilios en perros

Primeros auxilios en tu perro

Igual que para las personas, los primeros auxilios para los perros tienen la finalidad de proporcionar un tratamiento de extrema ur­gencia en caso de presentarse una enfermedad súbita, un accidente o algún desorden.

Las circunstancias en las que es procedente rea­lizar maniobras de primeros auxilios son las siguientes:

  • Cuando el perro experimenta un gran sufrimiento.
  • Su condición puede agravarse si no se interviene.
  • Puede morir si no se actúa de inmediato.

En la práctica, no siempre resulta evidente cuándo se presentan circunstancias como las citadas y puede ser difícil para una perso­na sin experiencia el saber qué hacer.

Sin embargo, es preferible actuar, por lo menos para dar tiempo a hablar por teléfono con el vete­rinario, o bien transportar al perro hasta su consulta.

Los trata­mientos de primeros auxilios pueden ser tan variados como el simplemente mantener al perro cómodo y tranquilo, hasta el darle respiración artificial o masaje cardiovascular.

Las prácticas que se presentan a continuación pueden ser ejecu­tadas por cualquier persona, aún sin experiencia, y en ningún caso agravarán la condición del perro.

Sin embargo, debe tomarse como una regla general el que la persona que interviene debe considerar en primer lugar su seguridad personal, pues el perro, propio o ajeno, puede reaccionar con extrema agresividad ante una manipula­ción cualquiera cuando se encuentra en un estado alterado.

En muchos casos es preferible inhabilitar al perro para morder, lo que se puede hacer con rapidez envolviendo su hocico con cinta de la que se usa para empaquetar.

Primeros auxilios en perros

Ahogo en perros

A muchos perros les gusta el agua o incluso nadar, pero no son capaces de discernir los peligros a los que se exponen, por lo que no es raro que se coloquen en situaciones de riesgo, sobre todo en el mar, donde pueden ser arrastrados por el oleaje.

Tampoco es raro que una persona se ahogue al intentar salvar un perro que se encuentra a merced de las olas, por lo que en este caso lo prime­ro que tenemos que hacer es evaluar nuestro propio riesgo y actuar con cuidado, pues el perro puede encontrarse demasiado cansado y asustado, por lo que es necesario evitar que se apoye en nuestro cuerpo, acercándole un material flotante al que pueda asirse en primera instancia.

Si el perro ha tragado demasiada agua, sus pulmones ya tienen un contenido, por lo que la primera medida es tratar de que expul­se esa agua.

Si se trata de un perro pequeño, se le podrá cargar cabeza abajo, sacudiéndolo para que el agua salga por gravedad.

Un perro grande tendrá que mantenerse acostado, pero la opera­ción es la misma, levantándolo de los cuartos traseros para que su cabeza quede por lo bajo y expulse el agua; si como resultado de esta operación el perro no comienza a toser, es probable que la respiración se haya interrumpido, así que tenemos que constatar su respiración y ritmo cardíaco, colocando al perro de costado y procurando que su cabeza quede más debajo de su cuerpo.

Si el corazón sigue funcionando pero no existe respiración, el único método viable es la «respiración artificial», que se verá más ade­lante. Si es el corazón lo que ha fallado, habrá que proporcionarle «resucitación cardiopulmonar».

Bloqueos respiratorios

Cuando de pronto el perro se pone a toser violentamente y parece que se dificulta la respiración, es posible que el perro haya tragado un objeto que obstruye su garganta, lo que es sumamente angustioso, tanto para el perro como para quienes lo observan.

El objeto puede ser un bocado de comi­da, un juguete o cualquier otra cosa.

Este bloqueo es sumamente peligroso pues se interrumpe la respiración, por lo que hay que actuar de inmediato para salvar la vida del perro, desde luego to­mando las debidas precauciones para evitar ser mordidos por el perro.

La situación ideal es que intervengan dos personas, una soste­niendo con firmeza al perro e inmovilizándolo entre sus piernas mientras con las manos abre lo más posible su boca, mientras la segunda persona trata de localizar el objeto atorado y removerlo, ya sea con sus dedos o usando unas pinzas.

Desde luego esta ope­ración se facilita si el perro ha perdido la conciencia, pero en todo caso hay que actuar con rapidez.

En el común de los casos, el objeto puede ser visto, pues se trata de algo tan grande que sobresale en la boca; pero también es fre­cuente que el objeto se encuentre insertado en la traquea y no se le pueda ver, por lo que habrá que intentar otros métodos.

Si se trata de un perro grande, se puede utilizar la llamada «maniobra de Heimlich», que consiste en colocar al perro parado sobre sus patas traseras, mientras la persona se coloca detrás, abrazando fuerte­mente el pecho del perro, liberando un brazo, se presionará fuer­temente justo debajo de las costillas y se repetirá esta operación varias veces, hasta que el objeto sea arrojado.

Esta operación tam­bién se realiza con las personas.

Si el perro está inconsciente y es difícil realizar esta maniobra de pie, se puede intentar con el perro acostado de lado, presionando fuertemente con una mano sobre las costillas y la otra debajo, tratando de producir un efecto de «fue­lle», o sea que la presión del aire de los pulmones tenderá a desalo­jar el objeto.

Tratándose de un perro pequeño, esta operación se puede intentar sosteniendo al perro de sus patas traseras y ponién­dolo boca abajo, lo que tiene la ventaja de que se aprovecha la gravedad.

Cuando se ha suspendido por mucho tiempo la respiración del animal, éste puede seguir sin respirar incluso si ya se ha liberado del objeto extraño, por lo que será necesario darle respiración arti­ficial o resucitación cardiopulmonar, dependiendo de las circuns­tancias.

Si el perro es salvado, de todas maneras es necesario llevarlo al veterinario para que sea revisado.

DISLOCACIONES O HUESOS ROTOS

El resultado de una caída, accidente o movimiento brusco puede ser una dislocación o ruptura de huesos, siendo la causa más común el atropellamiento, que es precisamente una situación de extrema urgencia y normal­mente requiere primeros auxilios; pero en este caso es necesario evaluar las características de los daños para no agravar la situación del perro.

A continuación veremos algunas de las fracturas más comunes y los riesgos que representan:

  • LOMO: Si se rompe la columna vertebral, el daño es muy seve­ro y puede producirse la parálisis de la parte posterior del cuer­po a partir de la fractura, por lo que es necesario mantener inmóvil al perro. Si es necesario moverlo, es preferible arrastrarlo con cuidado hasta una tabla que haga las veces de camilla, para poderlo transportar sin lastimar más la columna.
  • PATAS: Si el perro ha sido lastimado en una de sus patas, habrá que mantenerlo acostado y envolver el miembro dañado con una toalla, de manera que tenga el menor movimiento posible, sobre todo si notamos que el hueso sobresale de la piel.
  • COSTILLAS: Si se sospecha que se han fracturado algunas cos­tillas, lo que debemos hacer es envolver la caja torácica del pe­rro con vendas elásticas u otro material a la mano, procurando que el vendaje quede firme pero no demasiado apretado. Si el perro tiene dificultades para respirar, es de suponerse que una costilla rota ha perforado un pulmón; en este caso hay que mo­verlo lo menos posible hasta que llegue la ayuda veterinaria.
  • COLA: La fractura más común de los perros es en la cola, pues fácilmente se les atora al jugar o saltar, y también es muy fre­cuente que se les atrape la cola con la puerta del coche. Si se percibe una fractura, lo único que se puede hacer es entablillarla para evitar el movimiento y llevar al perro al veterinario.

En todos los casos en que se sospecha fractura o dislocación, el perro debe ser auscultado por el veterinario y no es conveniente darle nada de comer o beber con anticipación, pues es probable que se le tenga que anestesiar, ya sea para operar, o simplemente para revisarlo, pues en estado consciente el perro no lo permitiría.

ESTADO DE SHOCK

El shock fisiológico es una condición gra­ve en la que baja demasiado la presión arterial, de manera que el organismo sufre de una falta de oxigenación.

En los perros, este estado se puede producir a consecuencia de una enfermedad, heri­da o trauma.

Puede ocurrir inmediatamente después de un acci­dente o en una crisis por enfermedad, pero en ocasiones sucede en una fase de aparente recuperación.

Como se trata de una situación crítica, es necesario actuar de inmediato.

Los indicadores de que un perro está a punto de caer en shock son una extrema palidez en las encías, cuando se tocan y presionan un poco con los dedos esa porción se torna roja, lo que indica que la sangre se acumula ahí.

También se presenta respiración agitada, un ritmo cardíaco rápido y ansiedad.

Más tarde la respiración se vuelve lenta y el ritmo del corazón se percibe irregular, en estos momentos el perro puede perder la conciencia, sus encías se ponen azulosas y su temperatura baja hasta 36.7°C o más.

El tratamiento de primeros auxilios consiste en colocar al perro yaciendo de costado y estirar un poco su cabeza lejos del cuerpo para favorecer la respiración; después se deberá meter alguna col­choneta, almohada o lo que se tenga a la mano para levantar sus cuartos traseros, de modo que la sangre corra hacia la cabeza.

Es posible que se necesite darle respiración artificial, masaje cardía­co o resucitación; también es conveniente tapar al perro con una cobija para aumentar su temperatura. Finalmente habrá que solici­tar una intervención veterinaria de urgencia.

HEMORRAGIA

El flujo de sangre puede ser interno o externo. El primer caso se produce por daños a los tejidos u órganos inter­nos, y el segundo por heridas que van de la piel hacia adentro.

Las hemorragias externas son tan peligrosas como sea la pérdi­da de sangre y el tipo de la misma, pero cuando es evidente un flujo rápido que no se contiene por sí mismo, es urgente actuar, aplicando un ven­daje para detener el flujo lo más posible.

Lo ideal es una venda elástica de las que venden en la farmacia, pero en estos casos de urgencia habrá que echar mano de cualquier material que sirva.

Antes de intentar el vendaje hay que procurar reducir el flujo de sangre, cerrando la herida con los dedos y presionándola durante unos dos minutos, para propiciar que se produzca una precica­trización, en cuanto vemos que la herida se queda pegada unos instantes, procederemos a vendar la zona de una manera firme pero sin apretar tanto que se detenga la circulación.

Si el vendaje parece no estar funcionando habrá que localizar la arteria de donde fluye la sangre hacia la herida y presionarla para que deje de irrigar la zona.

Una vez localizado el punto en el que la presión produce que la sangre ya no corra hacia la herida, habrá que colocar un «torni­quete» en ese lugar, esto consiste en un material duro, como un pedazo de madera, un lápiz o lo que se adapte a la zona, y colocar­lo en el lugar donde se debe ejercer la presión, de manera que este material sustituye a nuestros dedos; después habrá que vendar la zona junto con el material para producir una presión permanente que detenga la sangre.

De esta manera la situación crítica pudiera estar controlada y podemos llevar al perro al veterinario, pero de­bemos poner atención en aflojar el torniquete cada diez minutos y permitir el flujo de sangre unos momentos, pues de otra manera podría producirse la gangrena.

Las orejas del perro son muy sensibles y fácilmente se produ­cen sangrados a causa de pequeñas heridas.

En el caso de que el perro se encuentre sangrando de una oreja, habrá que colocar una gasa o algodón sobre la zona afectada y presionar por unos dos minutos, para producir la unión del cartílago e iniciar el proceso de cicatrización, procurando que la cabeza del perro se encuentre hacia arriba para que exista menos irrigación en la oreja afectada.

Si el sangrado procede de una herida en la lengua o cualquier parte de la boca es difícil aplicar una presión directa en un perro consciente, pues él no lo permitirá e incluso puede mordernos.

En este caso es preferible mantener baja la cabeza del perro para evi­tar que trague sangre y llevarlo de inmediato al veterinario, donde seguramente tendrá que ser anestesiado para proceder a su cu­ración.

  • Coloca al perro en una posición adecuada y aplica una gruesa
    parte de material absorbente a la herida.
  • Cubre firmemente la herida con una venda o el material disponible. Si se moja la gasa, cámbiala por una nueva.
  • Para controlar temporalmente el severo sangrado de la cola, patas delanteras, traseras o cabeza, presiona con los dedos el punto correspondiente.

Si la sangre proviene de la nariz, no se debe apretar las cavida­des nasales o taponarlas, sino humedecer un lienzo con agua muy fría y colocarlo sobre el puente de la nariz lo que pudiera detener la hemorragia porque el frío produce una vasoconstricción; pero puede pasar que la hemorragia proceda de una herida in­terna, en estas condiciones los fomentos de agua fría no servirán y el perro deberá ser atendido profesionalmente.

Si el sangrado es por los ojos, el procedimiento de los lienzos fríos puede ser muy efectivo, pues es muy probable que se trate solamente de ruptura de vasos capilares.

Es muy común que el perro se rompa una uña de raíz, lo que produce un profuso sangrado; sin embargo no se trata de una verda­dera urgencia, por lo que sólo se debe limpiar la herida y vendarla para llevar al perro al veterinario.

INFLAMACIÓN DEL VIENTRE

Se trata de un crecimiento súbito y desmesurado del vientre que se produce por acumulación de gases, siendo tan pronunciado que incluso interfiere con la res­piración.

Es más común que ocurra en razas grandes, aunque no se descarta que suceda en perros pequeños.

De pronto, aún en medio de un ejercicio el perro se desploma, parece tener dolor, se dificulta su respiración y se produce una gran salivación.

General­mente se presenta después de haber comido y bebido en exceso.

En realidad se trata de un caso grave y debe ser atendido de inme­diato, pues el perro se encuentra en peligro de caer en estado de shock y morir.

QUEMADURAS Y ESCALDADURAS

Una quemadura y un raspón producen síntomas muy parecidos aunque sus causas sean muy diferentes.

Las quemaduras pueden ser producidas también por corriente eléctrica o materiales químicos cáusticos.

Igual que los niños pequeños, los perros también se encuentran expuestos a quemaduras y escaldaduras en la casa, por lo que en ambos casos debemos tomar toda clase de precauciones; es muy común que un perro se produzca severas escaldaduras en la lengua y la boca al tratar de robar un trozo de carne que se está preparando en un asador, o que sobre su lomo de derrame un café muy calien­te.

Otro riesgo es que el perro se encuentre muy cerca de la chime­nea o un fuego cualquiera. Muchos cachorros reciben descargas eléctricas porque muerden los cables.

Las quemaduras se clasifican en «grados», que van de lo super­ficial, en las que queda suficiente tejido para restaurarse solo, has­ta quemaduras profundas, en las que también se afectan tejidos u órganos internos, por lo que el cicatrizado es difícil y se producen dolores intensos y desfiguración.

Con todas las quemaduras, pero particularmente con las pro­fundas, el mayor riesgo es el shock, y secundariamente la infec­ción.

Ocasionalmente, y en especial con perros de largo pelaje, las consecuencias no son evidentes y la infección se manifiesta tiem­po después.

El procedimiento de primeros auxilios consiste, primariamente, en verter lentamente agua fría sobre la parte afectada durante unos diez o quince minutos, lo que aliviará el dolor y limpiará la exco­riación.

Si la piel no presenta grave daño, simplemente se la debe­rá cubrir con una gasa o algodón y cinta adhesiva, comunicándose con el veterinario para solicitar su consejo.

Si las quemaduras han afectado la piel con cierta profundidad se deberá llevar al perro al veterinario, y en caso de que las quemaduras sean profundas, lo más humanitario es practicar la eutanasia.

RESPIRACIÓN ARTIFICIAL

Es una técnica de última urgen­cia que se aplica cuando el perro ha dejado de respirar o incluso si se ha producido un paro cardíaco, que es una situación realmente grave, pues si el cerebro deja de recibir oxígeno el daño permanen­te es cosa de unos cuantos minutos, por lo que la respiración artifi­cial debe combinarse con la técnica conocida como resucitación cardiovascular.

Existen varias causas por las que cesa la respiración, como el shock anafiláctico, ahogo, asfixia, shock eléctrico y severos gol­pes o heridas.

Muchas veces la respiración es tan leve que no se puede detectar, sin embargo existe, lo que sólo se puede percibir colgando un trozo de tela delante de la boca del perro para observar si se mueve; si es así, en realidad no estamos en presencia de un paro respiratorio.

Pero si la respiración no es detectada, se debe actuar de inmediato para salvar la vida del perro.

Se le debe colo­car yaciendo de lado y levantar su cabeza para abrir su boca y tirar un poco de su lengua, de modo que podamos inspeccionar su boca y garganta en busca de algún objeto extraño que pudiera estar obs­truyendo la respiración; si es así será necesario intentar sacarlo con los dedos o algún instrumento; si no es el caso, de cualquier manera tenemos que proceder a la respiración artificial, dejando acostado al perro y procurando que su cabeza se encuentre por debajo de su cuerpo.

Se colocarán ambas manos en la región de las costillas, y se comenzará a presionar y liberar rítmicamente, imi­tando el movimiento del pecho en la respiración normal, de mane­ra que los pulmones recuperen su movimiento; se deberá hacer esto durante medio minuto y observar si se ha restablecido la res­piración, si no es así seguiremos con otra sesión.

Si el corazón continúa funcionando, la respiración artificial puede ser suficiente para llevar oxígeno al cerebro; está técnica sólo es ineficaz si los pulmones se encuentran perforados o existe una herida en el pecho que pudiera agravarse con la manipulación; si éste es el caso será preferible administrar el otro tipo de respiración artificial, que es el de «boca-nariz».

Dada la anatomía de los perros es poco probable que se pueda dar respiración «boca a boca», por lo que se hace de boca a nariz.

Soplando fuertemente en la nariz del perro se podrán inflar sus pulmones, procediendo también rítmicamente, soplando y retiran­do la boca para permitir la expulsión del aire; el proceso se repite y continúa hasta que la respiración normal del perro se restablez­ca, revisando periódicamente si tal cosa ha ocurrido.

Este es el método más seguro de respiración artificial, sobre todo cuando observamos sangre en la boca o nariz del perro, lo que indica la posibilidad de una lesión en los pulmones.

RESUCITACIÓN CARDIOPULMONAR

Es un procedimien­to de urgencia en el que se combina la respiración boca-nariz con el masaje al corazón; es el procedimiento último que se emplea en un perro que ha dejado de respirar y que tampoco tiene actividad cardíaca.

La primera operación es revisar la boca y garganta del perro de la manera antes descrita; después habrá que proceder a la respira­ción boca-nariz por unos diez segundos, seguida por un masaje.

Si el perro es pequeño, habrá que colocar una mano en su lomo y la otra sobre sus costillas, presionando y liberando a razón de 120 veces por minuto, imitando con ello el latido del corazón.

En el caso de un perro grande, debemos presionar con ambas manos una sobre otra, igualmente sobre las costillas para estimular el cora­zón.

En las razas muy grandes será preferible ponerlo de espaldas y actuar directamente sobre el pecho, contando dos tiempos al pre­sionar fuertemente sobre el pecho y un tiempo al liberar la presión, lo que deberá hacerse ochenta veces por minuto.

Cualquiera que sea el método empleado, habrá que suspender de tiempo en tiempo (aproximadamente cada quince segundos), para verificar si el perro presenta pulso, lo mismo que podemos to­mar en una de sus patas delanteras.

Si el perro sigue sin respirar es necesaria otra sesión de respiración artificial.

Lo ideal es que en esta operación participen dos personas, una dándole respiración y la otra masaje cardíaco.

SHOCK ELÉCTRICO

Muchos perros sufren una descarga eléc­trica cuando muerden los cables, siendo los cachorros los más ex­puestos debido a su conducta exploratoria y de juego.

En muchos casos el shock eléctrico es fatal o produce serias quemaduras. Cuan­do sucede una descarga, la primera medida es retirar al perro de la fuente de energía, de preferencia desconectando el cable en cues­tión para no recibir nosotros mismos una descarga, inmediatamen­te tenemos que revisar la actividad respiratoria y cardíaca del perro y en caso de que se haya suspendido una de ellas, o ambas, proce­der como ya se ha descrito, con respiración artificial y masaje cardiovascular. Si se ha tenido éxito y se ha salvado la vida del perro, de cualquier manera habrá que llevarlo al veterinario para su tratamiento posterior.

RECOMENDACIONES

  •  Ten a mano el número de teléfono del veterinario más cercano a tu domicilio.
  • En casa nunca debe  faltar un botiquín.
  • Bajo cualquier circunstancia no pierdas el control.
  • De ti depende la vida del perro.
  • Nunca pierdas de vista a tu lesionado.

«Las mascotas no son juguetes, el tenerlas implica una gran responsabilidad; ellos dependen de ti»

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