Un grupo de leñadores que estaba trabajando en la tala de árboles se llevaron un susto increíble al descubrir por sorpresa la escalofriante imagen de un perro momificado en el interior de un roble de castaño.
Sucedió en los años 80, sin embargo, el perro permaneció en el interior del tronco del árbol desde los años 60.
Por las marcas que encontraron en el árbol, los leñadores dedujeron que el perro estuvo persiguiendo algún animal como un ratón o una ardilla, con la mala suerte de que el animal se introdujo en el agujero del roble, de forma que a medida que avanzaba por el agujero éste se estrechaba quedando el perro atrapado en su interior, luchando por escapar de su trampa que acabó con su vida.
La imagen es estremecedora y no nos podemos imaginar lo que sufrió el pobre animal queriendo escapar.
Ahora, el tronco está expuesto en el museo Southern Forest World, en Georgia, Estados Unidos, donde a través de un cristal los visitantes pueden ver a Stuckie.
Stuckie es el nombre con el que han bautizado al animal (stuck en inglés es atascar) y como puedes comprobar se conserva perfectamente gracias a que quedó momificado de forma natural.
¿Cómo fue posible su momificación natural?
Normalmente, cuando un cuerpo fallece, los propios microbios, bacterias y hongos de nuestro cuerpo se lo comen, sin embargo, esto no sucedió con Stuckie.
La razón la debemos encontrar en el propio árbol. El roble de castaño contiene una sustancia llamada tanino, que entre otras características, ayuda a secar absorbiendo la humedad y evitar la putrefacción y descomposición del cuerpo.
El agujero del árbol facilitó una corriente de aire que funcionó como sistema de ventilación, lo que ayudó a que el olor a inerte no atrajera a otros animales que pudieran consumir el cuerpo.
Curioso, ¿cierto? Sin embargo, la historia de Stuckie es la de un perro con muy mala suerte y con un final aterrador.
Al menos, su agonizante muerte lo ha hecho eterno.